Es un clásico, el que luego de despedir al último de los invitados al evento advirtamos con tristeza que hubo descorche excesivo y varias botellas quedaron abiertas con vino en su interior. Algunas horas más y estos deliciosos caldos habrán pasado a la historia como raros jugos de paraguas, sin aromas ni gusto para recordar. Hora de tomar decisiones: lo tiro – lo guardo.
Previamente, algunas cuestiones a saber:
¿Cuánto dura un vino abierto en la botella?
Lo ideal es terminar la botella una vez abierta pero si así no ocurriera, corramos a tapar el orificio e impedir la entrada del exterminador de vinos llamado oxígeno. Antes de que se le escape el último hálito de vida, ese vino deberá tomarse dentro de los siguientes dos o tres días. Deberá entonces permanecer bien cerrado con su corcho respectivo o con el que aporta el conservador de vinos domiciliario o bomba de vacío (métodos más conocidos de conservación).
Este adminículo (bomba de vacío manual) es el más efectivo. Se trata de un instrumento de plástico o madera con tapones de goma y válvula. Se coloca en el pico de la botella y se bombea la cantidad de veces necesarias hasta sacar el oxígeno. Terminada la maniobra, se coloca el tapón de goma. El sistema de extracción de aire del interior de la botella garantiza algo más la durabilidad del vino ya que evita que continúe la oxidación y se sigan escurriendo los aromas. Su valor de mercado ronda los $35.
¿Qué es un vino “picado”?
El clásico gusto a vinagre (ácido acético), en el vino indica que llegó la hora de asignarle nueva función. Un vino acetificado (quebrada su estructura por efecto de la bacteria acética), o aquel que nos sobró, pueden transformarse en magníficos vinagres. Para ello se le agregan tres cucharadas de vinagre de vino, se tapa la botella con algodón o muselina y se la deja expuesta a la luz de una ventana en la cocina. Este vinagre estará listo para consumirse en los próximos tres meses.
Y los espumantes, ¿aguantan una vez abiertos?
Abajo con el mito de la cucharita en la botella… acá se trata de impedir la fuga de las pocas burbujas que le quedaron y preservar el aroma a frutas y levadura que tanto nos gusta. Taparlos nuevamente con su corcho es tarea imposible, ya que al expandirse, tomó una dimensión mayor que el diámetro de la botella. Este es el momento en el que, cuchillo en mano, debemos afinar/rebajar el corcho y volver a colocarlo. Este recurso nos permite conservar el espumante en la heladera por 24 horas más.
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